Antes de que comience el que será el Mundial número 13 para
la Roja, convendría echar la vista atrás y repasar, someramente, las actuaciones de la selección española en la docena de mundiales anteriores. La Historia, en este caso, puede ser la mejor medicina contra la euforia desatada hacia los 23 de Del Bosque. Aunque futbolísticamente no exista actualmente un equipo que juegue como España, ni siquiera Brasil, el papel de favoritos otorgado por la prensa nacional, y lo que no es tan común, también por la internacional, podría resultar un handicap a todas luces innecesario. ¿Quién no se acuerda de la España de Camacho, aquella que llegó a la Eurocopa de Bélgica y Holanda en el año 2000 después de hacer una de las mejores fases de clasificación de su historia, ganando incluso 9-0 a Austria? Saco esto a relucir porque aquella España también era favorita para la prensa internacional, y nos eliminaron los franceses (de aquella vigentes campeones del mundo, todo sea dicho) en cuartos de final.
La historia de España en los mundiales comienza en 1934. En la primera edición del mundial, en Uruguay, las selecciones europeas decidieron que, como con todo, Europa era el centro del mundo, así que ¿cómo iban a arrastrar sus culos euroasiáticos hacía el pequeño país sudamericano? Otras excusas fueron la gran distancia del viaje y la crisis económica. Los anfitriones ganaron el primer mundial de la historia a sus vecinos argentinos. Cuatro años después le llegaba el turno a la Italia de Mussolini, y la España republicana de
Zamora y Lángara tuvo la mala suerte de cruzarse en cuartos de final con la anfitriona. Después de empatar en el primer partido, se tuvo que jugar otro de desempate, con jugadores españoles destrozados por las patadas de los itálicos y con un árbitro que, a mi parecer, prefirió conservar su vida a que España pasase de ronda. Ni que decir tiene que los italianos ganaron su mundial, a los checoslovacos. Cuatro años más tarde repetirían victoria en Francia, esta vez ante Hungría, y sin la selección ibérica entre los participantes, ya que en esos momentos en España lo que menos importaba era el fútbol.
Y llegó la posguerra. Como en 1930, el mundial viajó a Sudamérica, a Brasil. Allí la roja cuajó su mejor mundial hasta la fecha, clasificándose para la final a cuatro, en la cual quedó última, tras Uruguay (campeona), Brasil y Suecia. Una buena actuación que hubo que saborear durante doce años, ya que no se volvería a un mundial hasta Chile’62. En 1954 había acogido Suiza la cita, donde una Alemania estigmatizada todavía por la derrota en la II Guerra Mundial consiguió imponerse a la Hungría de Puskas, en lo que todavía se conoce como el “milagro de Berna” (imaginaros como jugaban de bien los húngaros). En Suecia’58 había aparecido por primera vez Pelé, que se llevó el mundial ganando en la final a los anfitriones. También se llevaría el de Chile, venciendo a Checoslovaquia; curiosamente los dos finalistas habían eliminado a España en la fase de grupos, con un equipo con
Di Stéfano lesionado, y otras figuras como
Luis Suárez, Gento o Peiró.
El fútbol volvió a casa cuatro años después, y como era de esperar, los caseros se llevaron el título. España salió de Inglaterra’66 como en el anterior, en la fase de grupos. A partir de aquí, otras dos ediciones sin participar: México’70 (ganó Brasil a Italia en la final), y Alemania’74 (los anfitriones ganaron a Holanda).
En 1978 el mundial se disputó en una Argentina llena de desaparecidos; España, otra vez más, desapareció en la fase de grupos, donde se recuerda el 0-0 ante Brasil con aquel no-gol de
Cardeñosa. Desde aquel mundial la selección ha estado siempre presente, lo cual ya es algo, ya que cada cuatro años resurge esa especie de ilusión colectiva que sólo el fútbol puede lograr. Y ya que hablamos de ilusión, era lógico que ésta estuviera por los aires en el único mundial celebrado en España. Las dos anteriores ediciones se las había llevado el anfitrión, curiosamente ambas ante Holanda, pero la roja se encargaría de romper esa dinámica. Tras una primera fase en la que se empató ante Honduras y se robó descaradamente a Yugoslavia, se pasó a la segunda liguilla donde Inglaterra y Alemania eran demasiado para España. El mundial de Naranjito se lo acabó llevando Italia ante los germanos.
En México’86, tras 36 años, otra buena actuación. El mundial de Maradona acabó con España eliminada en los penaltis por Bélgica en cuartos de final, pero tras realizar un buen torneo. En la final, otra vez perdió Alemania, esta vez ante Argentina. Cuatro años después, en Italia, la eliminación llegaría en octavos ante una Yugoslavia que disputaría su último mundial como un solo país. Todo lo contrario que la vencedora, Alemania, que por fin se reunificaba, y se vengaba en la final de Argentina, su anterior verdugo.
Los siguientes mundiales, para los de mi quinta, ya están en la retina, aunque sea con una capa de polvo sobre las imágenes en color. Y si hablamos de color, el del mundial de Estados Unidos fue el rojo: el de la sangre de
Luis Enrique. ¿Quién no deseó durante años cruzarse con Tasotti para poder romperle las narices y vengarse por esa eliminación, otra vez en cuartos de final? En la final de Los Ángeles, toda España iba con Brasil, que logró su tetracampeonato ante los italianos.
Francia’98, otra decepción. Si en el anterior mundial desearíamos haber roto la cara a Tasotti, ahora desearíamos cortarle el brazo a
Zubizarreta, un portero que dicho sea de paso, no era el mejor de España en aquel tiempo (hoy en día se dedica a comentar partidos, si por comentar entendemos ser lo más subjetivo y partidista posible…). En fin, para casa antes de tiempo y Francia campeona ante Brasil.
Con estos precedentes, la duda que tenía toda España antes de ir hacia el extremo oriente era a quién desearíamos matar cuando nos eliminasen del mundial. El árbitro y los linieres del Corea-España fueron los elegidos. No hace falta decir que en ese mundial España fue la mejor selección en cuanto a juego, después de la campeona, Brasil. Del último mundial me quedo con la gran primera fase de la roja, donde ya estaba parte de la base de la actual selección.
En definitiva, por muy favorita que sea España, parece que la Historia también juega en esta clase de competiciones. La buena noticia es que la de
Sudáfrica está por escribir.
por
Puskas